martes, 22 de noviembre de 2011

Hasta luego, Lucas.

   No se dejen engañar por el título de este post. Una frase como esta, popularizada por el gran maestro del humor "Chiquito de la Calzada", hoy no es inspiradora de risas o de chistes sino que esconde una historia un poco triste.

   Permitidme que comience contandoos una historia de mi infancia, uno de los capítulos más "oscuros" de mi vida. Sucedió en un viaje familiar al pueblo de mi padre. Allí pude ver por primera vez en mi vida y en vivo animales de granja. Fue entonces cuando mis tíos del pueblo nos trajeron a mi hermano y a mi nada menos que un patito, una cría de pato, un onadino (gracias, San Google).
   Quedé maravillado de verlo, tan pequeñito, amarillito, con su pequeño pico de pato y sus silbiditos. Jugué mucho con él y en un arrebato de cariño le di un abrazo tan grande y amoroso que... sin darme cuenta lo asfixié.
   Ante la alarmada reacción de mis padres y el lógico enfado de mi hermano mayor comprendí que lo que acababa de pasar era algo malo, acababa de matar a un patito, accidentalmente pero lo maté. Aun sin ser consciente de hasta qué punto era trágico lo ocurrido yo me llevé un gran disgusto. Mis padres me intentaron tranquilizar porque realmente estuve muy afectado.
   Con el paso del tiempo todo fue quedando en anécdota, un simple accidente, una imprudencia infantil, nada que te deje traumas. De hecho he tenido en casa otras mascotas después de aquello, como mi perro "Tarzán" o mi gata "Morronga" (con quienes, por experiencia propia, fui mucho más cuidadoso y delicado en mis muestras de cariño).
  
   Ya volviendo al año 2011, en verano mi madre tuvo la idea de traer a casa una linda cría de pato para que mis sobrinitos pudieran tener un nuevo animalito a quien atender y cuidar. A mi me pareció una buena idea porque serviría para inculcarles desde bien pequeños el amor a los animales. Quise, con ese motivo, compartir con ellos mi triste incidente de la infancia, para que entendieran que por mucho amor que aquella criatura les inspirase, no podían cometer la misma imprudencia que cometí yo.
   Aqui van unas fotos de cómo era cuando lo trajeron a casa.




Casi como un peluchín.
El caso es que mi hermano y mi cuñada se negaron a quedarse con el pato, de modo que lo tuvimos que cuidar nosotros en casa. Así mis sobrinos tenían otro buen motivo para venir a vernos.

Era evidente que no nos lo íbamos a poder quedar para siempre, ya que un piso en el centro de Badajoz no es sitio para tener un pato y, conscientes de que un día se haría tan grande como para no poder tenerlo más, acordamos que lo llevaríamos a la misma granja de donde nos lo trajeron.

Nuestro pato, a quien mis sobrinos bautizaron con el nombre de "Lucas", ha estado viviendo en casa desde mediados/finales de Agosto hasta hoy 22 de Noviembre, que se lo han llevado de vuelta.
Estas son las fotos más actuales que tengo, para qué veais lo mucho que ha crecido y ha cambiado durante todo este tiempo:




   Si no se lo hubieran llevado, Lucas estaría ahora aquí conmigo, tumbado en el suelo entre mis pies y apoyando su cabecita en mi pie izquierdo, y eso después de haber recibido un buen baño en la bañera y haber estado un ratito en la terraza para que estirase las piernas.
   Adoraba su rinconcito bajo la mesa de la cocina, se pasaba las tardes allí tumbado y vagueando, levantándose sólo para echarle tientos al pienso y beber de su cuenquito de agua. Echaré mucho de menos la forma en que me seguía a todas partes por la casa, cómo me picoteaba los pies para que le prestase atención y cómo me dejaba la habitación llena de cacas y de meados. Me encantaba llegar del trabajo por las noches y encontrarmelo allí en su sitio, como si tal cosa, me encantaba acercarle un dedo al pico y ver cómo alargaba el cuello para intentar picotearlo.
   Hasta que se ha tenido que ir ha sido el verdadero rey de la casa. Me he puesto muy triste al verle marchar y al pensar que no lo volveré a ver, pero me consuela pensar que irá a un sitio donde habrá muchos de su especie, no le faltará comida, ni le faltarán amiguitos patunos, ni le faltará una buena alberca o sitio donde nadar, bañarse y hacer vida de pato, que era lo que aqui en casa no podía hacer por razones de espacio.
Esta noche, cuando he vuelto del trabajo y he visto el que era su rincón habitual de la cocina ahora ocupado por un taburete, me he quedado cabizbajo y decaído. Tengo tan buenos recuerdos de mi plumífero amigo que ahora me parece mentira que ya no esté.
Qué razón tenía aquel que cantaba que algo se muere en el alma cuando un amigo se va.
Espero que con el paso del tiempo vuelva a acostumbrarme a no tener mascota, que mi amigo Lucas sea pronto un agradable recuerdo del pasado como lo es ahora mi antigua gata y mi antiguo perro.
No quiero pensar qué futuro le espera a mi amigo (lamentablemente los patos de granja sólo se tienen para lo que se tienen) sólo espero que mientras éste le llegue, tenga una buena vida. Por otro lado también me gusta pensar que Lucas, además de un amiguete, ha sido también una oportunidad que me ha dado la vida para, de algún modo, redimirme por haber causado la muerte a aquel patito en el pueblo de mi padre cuando yo era un niño.
Nunca olvidaré a Lucas. Mi mascota, mi amigo. De los que leais esto, quienes tengais alguna mascota, pediros que la cuideis mucho y la tengais siempre a vuestro lado; a los que tengáis hijos, que les enseñéis desde bien pequeños que a los animales hay que quererlos y cuidarlos, que no son juguetes de usar y tirar, que también tienen un corazoncito y sentimientos. Enseñar a nuestros hijos a querer y cuidar de nuestros amigos los animales es fundamental para aquellos padres que aspiren a que sus hijos sean buenas personas cuando crezcan.
Despido este post del mismo modo que lo empecé. Con un cariñoso y sentido "Hasta luego, Lucas" (aunque la realidad es que ha sido un "hasta siempre") a modo de homenaje de despedida para mi pequeño pato, a quien echaré muchísimo de menos.
Un saludo a todos y gracias por el tiempo que habéis dedicado a leer estas sentidas líneas.

1 comentario:

  1. Ohhh que bonito Javi y además te entiendo perfectamente en mi casa siempre hemos tenido mascotas, la primera fue Boby un pastor aleman de pura raza que era una pasada por lo inteligente y bueno que era, las cosas que hacia sin que nadie se las enseñara, luego pasaron canarios, pollitos, palomas, hasta una cria de zorro tuvimos en casa una vez, perros todos y de todos los tamaños, mi padre era la hermanita de la caridad de los perros, por su trabajo viajaba muchisimo, y si se encontraba un perrito abandonado en la carretera, lo montaba en el coche y para casa, no importaba los que ya tuvieramos, y nosotras encantadas de la vida, mi madre era la que ponia el grito en el cielo, jaja que tiempos.
    Luego cuando me casé, tambien decidimos tener nuestras mascotas, el primero fue Halem un gato negro comun que me encontre en un jardin cuando tenia dias y estaba maullando desconsolado y me lo lleve a casa, luego han pasado dos canarios, un periquito, varios peces de colores y en la actualidad tengo a mi perro MANCHAS que lo recogimos de la calle, una tortuga que como siga creciendo la tendremos que poner en la bañera para que viva alli y un canario.
    Es muy gratificante tener mascota sobre todo si hay niños en casa, se vuelven locos con ellas, en mi casa siempre hemos tenido y yo en la medida que pueda las tendré. Un saludo Javi

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